Guerra de los Incas

Guerra de los Incas en Perú

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Guerra de los Incas y la Ciencia Planetaria

La Luna, la guerra y la política

El ciclo lunar coordinaba muchas otras actividades sociales, entre ellas las acciones militares. Los españoles se dieron cuenta de este hecho durante el asedio de Cuzco en mayo de 1536, cuando los incas, bajo el mando de Manco Inca, intentaron recuperar la capital ocupada por los españoles y sus aliados indígenas. Los incas lanzaron el ataque principal a la ciudad en la noche del 5 al 6 de mayo de 1536, ya que se suponía que la Luna llena era especialmente propicia para los fines militares. Durante los siguientes días de lucha, consiguieron acorralar a los españoles en algunos edificios alrededor de la plaza principal de la ciudad. Pero, de repente, el ejército incaico se retiró, porque llegó la Luna nueva, período considerado inapropiado para la guerra (Anónimo, 1539, p. 531). Esto contribuyó en gran medida a la victoria final de los españoles sobre el ejército de Manco Inca.

La creencia de que el periodo de Luna llena es especialmente aconsejable para cierto tipo de actividades, no solo militares, sino también de carácter ceremonial-político, estaba muy arraigada entre los incas y otros pueblos andinos. A modo de ejemplo, parece especialmente significativo que ya en 1557 d.C. estas consideraciones influyeran de forma aparentemente decisiva en la planificación de las diferentes etapas de las negociaciones y la salida del príncipe Sayri Tupac del reducto inca de Vilcabamba hacia el territorio controlado por los españoles. En primer lugar, la consulta a las deidades incas, realizada por Sayri Tupac en Vilcabamba, tuvo lugar, según los informantes españoles, el día de «Nuestra Señora de Septiembre», el 8 de septiembre. En 1557 esta fecha juliana correspondía al día 14 o 15 del mes de Coya Raymi, es decir, a la Luna llena. Además, durante este mes se realizaban rituales de limpieza y ciertas previsiones para el año venidero.

Asimismo, la salida de Sayri Tupac de Vilcabamba (7 de octubre de 1557), su llegada a la ciudad de Andahuailas (5 de noviembre de 1557), así como su entrada triunfal en Lima/Los Reyes (5 de enero de 1558) ocurrieron durante la Luna llena (o unos días después de ella).

El Señor del Trueno y su papel en las guerras incaicas

Como se ha explicado en estudios anteriores, el soberano inca se beneficiaba de una «hermandad ritual» con el Señor del Trueno y, en particular, con uno de sus aspectos, Chuqui illa. Vale la pena recordar que Chuqui illa era a la vez:

  • una de las manifestaciones del Trueno y, como tal, protector del soberano inca en sus actividades militares; y, al mismo tiempo;
  • la estrella Venus como «Estrella de la Tarde».

Esto nos lleva a considerar un problema más práctico. ¿Existía una relación directa entre los períodos de visibilidad de Venus como «Estrella Vespertina» y las campañas militares dirigidas personalmente por el soberano inca? Como consecuencia lógica, la presencia del Inca en el campo de batalla debería haber tenido lugar, preferentemente, durante el período de visibilidad de Venus como «Estrella Vespertina», cuando el «divino protector del Inca» estaba presente en el cielo durante un período de aproximadamente 263 días. Por otro lado, durante la visibilidad de Venus como «Estrella de la Mañana» (o en el período de invisibilidad durante las conjunciones de Venus con el Sol), así, aproximadamente durante los 321 días restantes del ciclo sinódico de Venus, el Inca debió abstenerse de ir a la guerra, delegando el mando del ejército a sus subalternos. Se trata, por supuesto, de una hipótesis de trabajo que deberá ser necesariamente comprobada por el análisis de las fechas de las campañas militares incaicas.

Los datos que permiten investigar este problema son sólo los que los primeros cronistas españoles de la época de la Conquista pudieron obtener como información de primera mano sobre las campañas de los últimos soberanos incas, y en particular las de Atahualpa y Manco Inca. Estos pocos datos han sido resumidos en la Tabla 1, donde las fechas de las contiendas fueron comparadas con las fases del ciclo sinódico de Venus, con una información adicional sobre la presencia (o ausencia) del Inca en el campo de batalla.

Como en el caso de los cuatro eventos que han sido fechados con relativa precisión, la actividad militar de ambos incas parece manifestar cierta asociación con el ciclo de visibilidad de Venus: el Inca asistía personalmente a la batalla sólo cuando Venus era visible como «Estrella de la Tarde», mientras que se ausentaba (delegando el mando efectivo del ejército a sus «generales») durante los períodos de visibilidad de Venus como «Estrella de la Mañana». La escasez de hechos (sólo cuatro casos), sin embargo, no permite que ningún análisis estadístico confirme con una probabilidad aceptable la existencia en el Tahuantinsuyu de un ciclo ritual-guerrero similar -en todas sus proporciones- a las «guerras de Venus» de los mayas.

En otras palabras: no es posible evaluar de manera concluyente la asociación que se presenta entre los dos tipos de comportamiento incaico (activo o pasivo) en una guerra de campaña y las fases del ciclo sinódico de Venus, ni tampoco si dicha asociación es el efecto de una decisión deliberada, provocada por consideraciones rituales-religiosas. Esto no significa que la hipótesis sea, por ello, poco interesante. Desde el punto de vista estadístico, la asociación puede deberse al azar. También vale la pena observar que si, en tres de los casos mencionados, el Inca tuvo la posibilidad de decidir ir o no ir al campo de batalla, no fue exactamente como en la batalla en 1538 de la guardia personal de Manco Inca contra la infantería española encabezada por el capitán Villadiego. Este último intentó atacar al Inca por sorpresa y no tuvo más remedio que defenderse. Cabe destacar, sin embargo, que en ese preciso momento el Inca ya estaba dirigiendo una campaña militar, y Venus era entonces visible como Estrella de la Tarde.

Hay otros ejemplos que muestran la relación entre las actividades rituales del rey inca y el ciclo de Venus, aunque lamentablemente no con certeza. Pedro Sarmiento de Gamboa menciona un interesante ciclo de 16 años (equivalente a 10 ciclos de Venus) relacionado con la educación del futuro soberano inca, Tupac Inca Yupanqui: «[Pachacuti Inca Yupanqui] crió (. . .) [a su hijo sucesor, llamado Tupac Inca] encerrado en la casa del Sol más de dieciséis años, y no le dejó ver a nadie, fuera de sus maestros e instructores (. . .)» (Sarmiento de Gamboa, 1965 [1571, Cap. 43], p. 247, con ligeras modificaciones).

Otra información interesante proviene de la historia de Pachacuti Inca Yupanqui, cuyas relaciones con Chuqui Illa han sido señaladas. La crónica de Juan de Betanzos relata la tradición conservada en el clan de ese soberano, según la cual las campañas militares de Pachacuti Inca Yupanqui habrían estado separadas por períodos de 20 años de descanso, y que el soberano habría muerto entonces a la edad de 120 años. Evidentemente se trata de una duración simbólica de la vida humana, ya que la misma fuente indica que Pachacuti Inca Yupanqui vivió hasta los 89 o 90 años, lo que parece más realista. Entonces, ¿por qué se le habría atribuido esa edad simbólica de 120 años? El cronista no dice nada al respecto, pero el único recurso es la especulación. En primer lugar, 120 años hacen seis veces 20 años, la duración ideal de la separación entre campañas militares. En segundo lugar, 120 años solares de 365 días hacen una buena aproximación a 75 ciclos sinódicos de Venus de unos 584 días.

El papel de Venus en las concepciones religiosas de los incas merece un estudio más detallado, que excede los límites de este artículo. Como ejemplo, otra interesante coincidencia: el día de la ejecución de Atahualpa, el 26 de julio de 1533, Venus estaba en conjunción inferior con el Sol y, por tanto, era invisible en el cielo de Cajamarca (véase Ziólkowski & Sadowski, 1992, pp. 276-282, tablas XV y XVI). ¿Influyó esta coincidencia en la idea, aparentemente compartida por el propio Atahualpa, de su posible rápida resurrección

Revisor de hechos: Dewey

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Comentarios

Una respuesta a «Guerra de los Incas»

  1. […] Sólo Venus parece haber gozado de un culto de alcance panamericano. Entre los incas era conocida con dos nombres: Chasca Coyllur y Chuqui Illa. Como se demostró, estos dos nombres probablemente se refieren, por separado, a los dos aspectos de Venus: Chasca Coyllur, la Estrella de la Mañana, asociada al Sol; mientras que Chuqui Illa se refiere a la Estrella de la Tarde, relacionada con el Señor del Trueno (ver respecto a las guerras). […]

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